Ordenando cajas encuentra una foto de su madre, mientras la contempla acude a ella un recuerdo.
Su hermana mayor no almorzaba con ellas, lo hacía más tarde al volver del trabajo, cuando llegaba su madre se levantaba de la siesta se sentaba a la mesa y la acompañaba. Nunca fue una persona de expresar verbalmente su cariño, al contrario lo demostraba con sus actitudes.
Vuelve a guardar la foto en la caja y reflexiona que al final somos recordados por esas pequeñas acciones tan significativas.
Así de sencillo y así de complejo. Una bella reflexión.
Pronto no habrá fotos que encontrar en los cajones con el predominio de lo digital. Toda bendición parece llevar pareja su propia maldición.
Saludos, Coremi 🙂
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Gracias y qué filosófico, también lo he pensado según la autora que estoy leyendo lo más antiguo tiende a perdurar por sobre lo moderno que constantemente se actualiza. ¿Quién sabe si en un futuro volveremos a las cámaras con rollo? Soñar no cuesta nada 😉
Saludos y gracias por comentar 🙂
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Me sentí muy identificada con esas palabras, yo vengo de una familia con gente muy mayor, llegue a conocer tatarabuelos, bisabuelos y por supuesto abuelos que lamentablemente ya fallecieron. En muchos de esos casos me toco ir a sus casas con el resto de mi familia (después de sus muertes claro) para buscar sus cosas, por su puesto entre ellas habían muchos álbumes y fotografías tanto de parientes conocidos como de mí. Siempre que las veía terminaba recordando pequeños sucesos cotidianos como los que relatas. Incluso ahora si veo alguna de esas imágenes me entusiasmo con algún recuerdo que puede parecer intrascendente pero que para mí significa mucho. Bien dicen que la gente solo muere cuando es olvidada. Saludos.
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Gracias por compartir esto conmigo, me alegra que mi escrito te haya gustado y hecho recordar tantas cosas 🙂
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