La puerta que mira hacia el sol

¡Humana, idiota! ¿Cómo terminaste ahí? ¿Acaso pensaste que esas tortugas terrestres eran inofensivas? ¿Y tus padres dónde están? ¿Por qué dejaron a su cachorro desprotegido? Sé hace mucho que los humanos necesitan ser vigilados por sus padres por más tiempo, no como nosotros, que muy pronto nos valemos por nuestra cuenta y conocemos todos los peligros del mundo.

¿Qué harás ahora? No lo sabes, ¿verdad? Deja que te guíe, solo tienes que seguirme, ¿de acuerdo? Ya hice esto muchas veces, soy un experto.

Este camino tiene muchas vías de entrada, pero una de salida. Por aquí, por aquí. ¡Eso es! ¡No, aghhh no agarres mi cola! Bien, bien. Es porque estás asustada. Si hubiera pasado en otras circunstancias tendrías mis uñas clavadas en tus manos o un arañazo en la cara. Aunque me veas pequeño, soy un superviviente. Y como tal tengo mis recursos.

Respira, ya falta poco. Pasamos este trecho y llegamos al otro lado. ¿Qué tienes en la mano? ¿Un trompo? ¿Te metiste ahí por ese objeto? Ya veo, debe ser especial para ti. En estos momentos que todo se pierde en un pestañeo, aferrarse a cualquier cosa pequeña es un acto de coraje. Bien, aquí nos separamos. Tengo que buscar alimento para la Yadda. Debe estar preocupada por mí, últimamente va más lento. Sé que es vieja, pero todo esto la ha dejado marchita. Si come algo más sustancioso mejorará, solo le hace falta algo de carne en su estómago. Sé donde encontrarla y a eso voy, así que ¡suéltame! La Yadda me espera. Aquí nos separamos.

¡Miserable paloma! ¿Creías que podrías conmigo? No te bastó con hacerme correr por los techos que siguen en pie y los paredones derruidos, ¡no! Tenías que llevarme hasta la torre de vigilancia con esos guardias borrachos. Pero, ¿dónde estás ahora? ¡Exacto, en mis fauces! Y ahí te quedarás, cumple un propósito más útil que estar haciendo cu, cu por ahí. No te preocupes, tu nido quedó a buen recaudo entre los escombros. Ahí ya no hay nadie que vaya a molestarlos. Vi que a tus pichones les falta poco para volar. No hago esto por gusto, lo hago por la Yadda. 

¡Yadda, yadda! ¡Mira lo que conseguí! Ahora te pondrás bien, no te preocupes por nada. A partir de ahora conseguiré todo el alimento que te haga falta. Dejarás de estar tan flaca y ojerosa. ¿Recuerdas cuando me trajiste a casa? De eso ya pasaron dos años. Por aquel entonces sonreías siempre y cantabas frente al telar. Me contabas la historia de la puerta que mira hacia el sol, que la cruzaríamos juntos. ¿Cómo vamos a encontrarla si estás así?

¡Está sonriendo! Sabía que te gustaría mi regalo, pero ¿qué haces? ¿Por qué me acomodas en tu regazo en vez de cocinarla? No pretendía que la comieras cruda, pero no puedo hacerlo todo. Yadda, de tus ojos sale otra vez agua. Está bien, quedémonos así juntos en el rincón. Si quieres dormir no me opongo. Las explosiones y los gritos se escuchan lejos hoy. Creo que podremos dormir sin interrupciones. 

¡Levántate! El sol ya se ocultó, ¿cómo hemos dormido tanto? ¿Sabes? Tuve un buen sueño, era una tarde de verano. Soplaba una brisa fresca, la arena se veía tan brillante, como un río dorado. Barrías la casa mientras cantabas una canción, me contabas que era la canción que tu esposo te cantaba cuando eran jóvenes. ¿Por qué sigues ahí tan quieta? Tu cara está fría, tus manos están rígidas. Esperaré a que decidas levantarte, voy a buscar algo para comer.

¡Sigues ahí! ¡Ha pasado una hora! Vamos, vamos, ya es tiempo. Yadda yo… Por favor ¡levántate! 

¡Malditas moscas, déjenla en paz! Bichos asquerosos, no dejaré que la toquen. Yadda, voy a buscar ayuda. Una vez que te vean te pondrás bien, te lo prometo.

¿Dónde están los humanos? ¿A qué juegan? ¿Estos cráteres cuándo aparecieron? ¿Y esa cosa gigante con pico y patas que parecen orugas? Nunca lo había visto. Y este olor, este olor es… ¡No, tiene que quedar alguien! Si voy por la zona este quizás encuentre a alguien. Sí, encontraré a alguien y Yadda se pondrá bien, volverá a sonreír y cantar. Seguiremos estando juntos como hasta ahora. 

¡Eres la de la otra vez! ¿Perdiste tu trompo de nuevo? ¿Qué sobresale entre los escombros? ¿Son tu familia? Espera que ya bajo a inspeccionar. Dos adultos y uno como tú más pequeño. No puedo sacarlos de aquí solo, ¡ayúdame a empujar las piedras! ¡Muévete! ¿Qué esperas? Uff, ¿por qué me abrazas ahora? No es momento, ¿no ves que así perdemos tiempo? ¿Qué haces? ¿A dónde me llevas? Si ellos todavía pueden…

Ven, ven. Ayúdame a despertar a Yadda por favor. Cuando ella se recupere podremos sacar a tu familia de ahí. No estamos muy lejos, es por aquí. Entra, allí está. ¿Qué haces ahora? ¡No es momento de rezar! ¿Por qué la cubres con una sábana? ¡Basta! Te pedí que vinieras para ayudarme, no la trates como si ya no tuviera esperanza. Solo está muy cansada y necesita comer, solo es eso. Solo es… 

Está bien, sí. Lo sé, lo sé. Ya no puedo hacer nada más. Lo aceptaste antes que yo allá afuera con tu familia. ¿Qué vas a hacer ahora? Luces cansada, quédate a dormir. Esta casa está en mejor estado. Buscaré algo para que comas.

¡Qué sorpresa, sabes cocinar muy bien las palomas! ¿Yo? No gracias, ya di caza a un par de ratas por ahí. Eso es para ti, decirme flacuchento a mí cuando tú estás peor que yo. Qué desvergonzada. 

¿Qué planeas hacer ahora? ¿Ir al desierto? ¿Cómo? ¿Conoces el camino hacia la puerta? ¿Qué podré encontrarme con Yadda y tú con tu familia si vamos allá? ¡Entonces vamos! No tenemos un minuto que perder.

Autor: Coremi

Vivo mirando el cielo deseando ser un ave y volar a lugares remotos. Me encanta leer, divagar, ver películas y anime. Estoy convencida de que los insectos dominarán el mundo.

6 opiniones en “La puerta que mira hacia el sol”

Deja un comentario