«No tengo pruebas, pero tampoco dudas»-dijo el juez. Y así acabó con la vida delictiva de la silla.
La colocaron en una celda de máxima seguridad, no era para menos: se había cobrado la vida de 238 personas. Una silla malévola en toda la extensión de la palabra. Disfrutaba del crimen sabiendo que era muy difícil ser descubierta, hasta que se cruzó con ella…
La señora Pottery era una experta ceramista y a su vez profesora de lo paranormal titulada. Desde el primer momento la silla le generó mala espina. Ni lerda ni perezosa decidió comprarla al anticuario y llevarla a su casa. En toda su arrogancia la silla creyó que la anciana señora sería la víctima 239, de hecho así fue pero no de la manera que esperaba: la señora Pottery la colocó en un rincón de su sala de estar. La observó concienzudamente por 30 minutos, de repente se levantó y fue a buscar una carpeta con recortes de diario en donde figuraban las muertes que la silla había ocasionado, pero los recortes iban más allá, hasta el origen: «Policía detiene a un culto satánico a mitad de un sacrificio. La víctima, una mujer de 30 años, yacía sin vida atada a una silla en medio de un pentagrama invertido cubierta de sangre». En la comunidad dedicada al estudio de lo paranormal había sido un caso muy comentado, se especulaba sobre el hecho de que los objetos usados en tales ritos quedaban malditos y la silla, poco después del suceso, había desaparecido.
¿Qué había sido del paradero de tal objeto? bueno pues pasó por diferentes dueños y casas de antigüedades, era una silla con cierto aire aristocrático muy codiciada entre los amantes de la decoración (sí, los satanistas no se andaban con vueltas a la hora de elegir muebles para sus rituales) Y ahora, ahora se encontraba ante un momento crucial: la señora Pottery ni lenta ni perezosa la llevó al jardín, la roció con querosen pues pretendía reducirla a cenizas. Y así se desató la tragedia, al momento de encender el fósforo todo el cuerpo de la anciana se prendió fuego, ardía entre alaridos.
Alertados por los vecinos la policía, por primera vez, llegó a tiempo (a tiempo de ver un cuerpo carbonizado) Y aunque trataron de buscar una explicación lógica todos vieron lo mismo: una silla que refulgía en color rojo, los restos de lo que había sido la señora Pottery y una sensación de opresión en el pecho sumado a un frío que les calaba en lo más hondo. Pero eso no fue todo ¡la silla flotaba frente a sus narices! Por eso, luego de consultar a regañadientes a un experto en lo paranormal, la silla terminó en un depósito en el departamento de policía, aunque bien asegurada eso sí. Por respeto a la profesión preferían llamar celda a ese sitio. Si esos torpes e ilusos agentes de la ley creían que la cosa terminaría así estaban muy equivoc…
Suena el timbre que anuncia el tan ansiado recreo en cualquier escuela secundaria, los chicos de 4to año se van. La clase de literatura ha terminado, el relato se continuará la próxima semana. Quizás añadan algunos efectos de ciencia ficción, la mitad del curso está de acuerdo y la otra mitad opina que es una idea espantosa. Lo van a llevar a votación para ser democráticos. Pero ahora eso ya no importa, hay otras cosas en que ocupar la mente…el profesor se queda leyendo el relato en el aula vacía.