Cumpleblog: séptimo aniversario de SV

Saltos en el Viento se pone sus mejores galas y ensaya unos pasos de baile porque está de parabienes, ¡cumple siete tiernos añitos! Y para celebrar la ocasión por todo lo alto, ¡hemos decidido hacer un sorteo! Que consiste en… Disculpen, me están haciendo señas los de producción. Ya vuelvo.

¿Cómo? ¿Qué el vicepresidente se fue de vacaciones y usó los premios del sorteo como pago? ¿En qué momento la administración pensaba decírmelo? ¿Y ahora qué hacemos? ¿Cómo que seguro se me ocurre algo? Está bien, está bien, no insistan con sus halagos superfluos, lo haré. Total, la que tiene que dar la cara soy yo. Espero que el vicepresidente esté pasando unas hermosas vacaciones, porque a la vuelta será su funeral.

EJEM, perdón la espera. Bueno, como venía diciendo SV cumple años y para celebrar…Ehh ¡Que mejor que un relato!

MINIATURAS

El hacha se hundió en el caballito, la gente alrededor de la calesita celebró. Era un atardecer húmedo y la niebla no tardaría en hacer su aparición. La señora Plum cruzó la plaza mirando de reojo la escena, metió las manos en los bolsillos y respiró hondo. Inhalaba frío y exhalaba frío. La primavera los había abandonado hacía cuatro años, cuando el comité implementó la purga.

Mientras pensaba en cómo las cosas se habían torcido tanto, llegó hasta el callejón de un barrio de esos que las personas de bien esquivan. Pero bueno, incluso las señoras respetables tienen sus secretos. Y la señora Plum compartía uno con cuatro personas más. Al llegar a la mitad del callejón tocó tres veces la puerta de madera cubierta de graffitis con inscripciones poco decorosas. La recibió Hernández que no bien verla le dijo:

—¿Trajo el…?

—Shh, sea discreto señor Hernández.

—Sí, perdón. Me puede la ansiedad, mi psicólogo siempre me lo dice. 

—¿Me permite pasar? Hace frío…—dijo la señora Plum con su mejor sonrisa.

—¡Ah, sí! Qué distraído soy, otro asunto que trato en terapia. ¿Sabe que una vez me perdí en mi propio barrio? 

 La señora Plum decidió que ya había sido lo bastante educada y entró al salón. Si bien hacía un año que era miembro del club, no dejaba de asombrarse cada vez que asistía a las reuniones. En estanterías había exhibidos juguetes pequeños de todo tipo y color: legos, rompecabezas, personajes de dibujos animados que venían en los chocolates. Era un museo dedicado a ellos. Y esos juguetes eran los que daban el nombre al club: «Miniaturas». En el centro, sentados cómodamente en los sillones, estaban: el señor Franz, profesor de historia; la señora Agatha, secretaria, que llevaba a su gato Bowie a cada reunión; la señorita Judith, maestra y la más joven del grupo; y el señor Hernández, oficinista y fundador del club.

En el ambiente se respiraba cierta expectación y no era para menos. La señora Plum, la tímida ama de casa, había conseguido una pieza extraordinaria que el club había estado rastreando por mucho tiempo: un juguete de los que aumentan de tamaño bajo el agua. Y ahí estaban contemplando una pequeña langosta. Por desgracia nadie hizo el chiste con la canción, una pena. En su lugar hubo exclamaciones de sorpresa, muchos: “Ohh” y “Ahh”. El más entusiasmado era, cómo no, el señor Hernández, que se puso a dar saltitos y aplaudir, al tiempo que decía cosas como: “¡Extraordinario!”, y “¡Magnífico! 

—Creía que no se había salvado ninguno de estos durante la purga— comentó la señora Agatha.

—Si mis alumnos lo vieran se pondrían muy contentos— comentó la señorita Judith.

—No lo creo, seguro la denunciarían al comité. Los niños fueron los primeros en pasar por el programa de condicionamiento y con muy buenos resultados— comentó con amargura el señor Franz.

—Es increíble a lo que hemos llegado, una locura total—dijo el señor Hernández.

 La señora Plum sonrió de manera discreta, porque le habían enseñado que sonreír de oreja a oreja no era de buena educación. Dejó que todos vieran la langosta, la tocaran y la sostuvieran como si fuera un trofeo. Y cuando el señor Hernández sugirió meterla en agua dijo que sí muy mayestática. 

 No era para menos, se sentía una reina. Para hacer honor a la verdad, todos se sentían importantes allí. Creían que tenían libertad total y, aunque volaban con alas falsas, se aferraban a esa idea porque la otra opción era rendirse ante la impotencia, o morir de tristeza. Eso había pasado con muchos coleccionistas una vez que se aprobó la medida del comité: «Para crear una nación ordenada y armoniosa es necesario eliminar cualquier distracción y actividad que atente contra la moral y las buenas costumbres. Se sabe que un exceso de tiempo libre es perjudicial para los ciudadanos, es por eso que a partir de ahora cualquier tipo de juego o juguete queda totalmente prohibido». 

Luego se presentó a la Policía Antijuego y así estaban ahora, intercambiando objetos en la clandestinidad del barrio de los pescadores. A veces el olor a pescado era insoportable, pero la señora Plum sabía que había que hacer algunos sacrificios por la libertad. 

A las siete, como era costumbre, se sentaron a tomar el té y fue en ese momento donde la tragedia comenzó. La conversación versaba sobre la historia del juguete, su importancia y simbolismo para el desarrollo en la infancia. Cuando de repente Judith se levantó de golpe y dijo:

—Y con esto doy por terminada la misión.

Nadie entendió de qué misión estaba hablando y se la quedaron mirando. Entonces ella sonrió de oreja a oreja, se ve que no había tenido padres que le señalaran que eso no era apropiado, e hizo algo peor. Se rió como en las telenovelas MUAJAJAJA. Para este punto los presentes ya estaban algo nerviosos. La señora Agatha se persignó y buscó a Bowie para ponerlo a salvo. El señor Hernández se la quedó mirando con la boca abierta. El señor Franz frunció el ceño y la señora Plum suspiró. Entonces Judith, satisfecha con el efecto que había logrado, dijo:

—Llevo meses grabando sus conversaciones y tomando fotos de todos estos juguetes. Hoy es el día que voy a denunciarlos frente a la Policía Antijuego. Se acabaron estas aburridas charlas y fingir que me interesan sus juguetes tontos, par de fracasados inútiles. Grandulones ridículos.

El señor Franz ignorando los insultos hizo la pregunta que pensaban todos:

—¿Por qué?

—Por el dinero, por supuesto, ofrecen una cantidad enorme si se presentan pruebas de que existen organizaciones clandestinas como la de ustedes.

—Ya veo—dijo el señor Hernández— así que nos deja. Lamento que el club no cumpliera con sus expectativas.

—Nos va a entregar a la policía—dijo la señora Agatha— ¡Le dije que fuera más cuidadoso con las personas a las que dejaba entrar!

—¿Cómo iba a sospechar?—se defendió el señor Hernández— ¡Trajo un rompecabezas de naves espaciales! Sabe que venía rastreando uno de esos y alguien que lo tuviera y decidiera donarlo al club debía ser una persona digna de confianza.

—Bueno, le falló el pronóstico—dijo la señora Agatha.

Mientras la discusión seguía, la señorita Judith decidió tomar un poco de té. Antes de interrumpirlos, la risa malévola le había secado la garganta. Esa fue la última acción que hizo en vida. Comenzó a toser y toser sin control, se llevó las manos a la garganta y se desplomó en el piso.

—¿Esto también es parte del plan?—dijo Franz mientras con el pie movía el brazo de la señorita Judith.

—Creo que murió ahogada—dijo la señora Plum.

—¿Señora Agatha, usted sabía que la señorita Judith era una traidora y puso veneno en su té?— preguntó el señor Hernández.

—¡Por supuesto que no! ¿Cómo iba a saber que era una espía?… Si alguien la mató fue usted.

—¿Yo?—dijo Hernández.

—Usted metió la langosta en la taza de té, le iba a decir a la señorita Judith que tuviera cuidado, pero empezó a reírse como loca y soltar todos esos comentarios que se me olvidó—dijo la señora Agatha.

—Bueno, un error lo tiene cualquiera, queda perdonada—dijo el señor Hernández.

—Como sea, yo no pienso ir a la cárcel por una que no sabía combinar los zapatos con la ropa. Es obvio que el verde claro y el fucsia no pueden ir juntos. Un horror.

—Es verdad, tiene usted razón. Además de pésimo gusto al vestir muy espabilada no era… Mire que tomarse el té donde estaba la langosta—dijo Hernández.

Mientras tanto, la señora Plum y el señor Franz habían incorporado a la pobre desgraciada y le habían puesto un abrigo, ya se estaban dirigiendo a la puerta cuando el señor Hernández dijo:

—Un momento, ¿qué piensan hacer?

—Deshacernos del cuerpo, ¿qué no es obvio?—dijo el señor Franz— Ya se dejó en claro que nadie va a ir preso por esta chiflada que se reía como en las telenovelas, y no querrá que se sepa de la existencia del club ¿verdad?

—Tiene usted razón—dijo Hernández— ¿A dónde la van a llevar?

—Al muelle—dijo la señora Plum— Señor Hernández, ¿por qué no descansa mientras nos ocupamos de esto? Debe de estar muy nervioso después de todo lo que pasó. La señora Agatha le hará compañía.

Todos se quedaron boquiabiertos por las palabras de la señora Plum, que se había tomado las cosas con mucha sangre fría. La verdad era que estaba entusiasmada. Por fin podía jugar a ser la protagonista de un thriller. Y además nunca le había caído muy bien la señorita Judith, así que no tenía remordimientos de conciencia. Esa era otra enseñanza de sus padres: si la persona era un incordio o alguien maliciosa, se merecía todo lo malo que le pasase. 

—Tiene usted razón—dijo Hernández— Me caería bien otra taza de té, ¿me acompaña señora Agatha?

—Yo la preparo, no se moleste—dijo enseguida la señora Agatha. 

El señor Franz y la señora Plum llevaron a Judith, su cadáver al menos, hasta el muelle. La niebla y la hora que era los ayudó a pasar desapercibidos. Tiraron el cuerpo al agua y la señora Plum sacó de su bolsillo una petaca que puso en el muelle.

—Era de mi difunto esposo, la guardaba como recuerdo—dijo ante la mirada interrogante del señor Franz.

—Ya veo, como un souvenir. Yo tengo las figuras de cerámica de mi madre en mi escritorio. En la próxima reunión las voy a traer.

—Eso sería maravilloso—dijo la señora Plum.

Sonrieron de forma sutil, como las personas educadas que eran y se fueron hacia el club. Era la hora de armar rompecabezas.

Autor: Coremi

Vivo mirando el cielo deseando ser un ave y volar a lugares remotos. Me encanta leer, divagar, ver películas y anime. Estoy convencida de que los insectos dominarán el mundo.

19 opiniones en “Cumpleblog: séptimo aniversario de SV”

  1. Aunque no soy partidario de deshacerse de los cuerpos que el buen Dios nos regala, pues pueden servir para tantos y tan suculentos fines, y entiendo la emoción ante esos objetos que crecen en el agua porque una vez fui niño durante cinco minutos, aplaudo el ingenio y el entusiasmo desbordantes que regalas en este aniversario. Me sumo al club, aunque sea al de las felicitaciones por estos años. Y los que están por venir.

    Le gusta a 1 persona

    1. Hola, Joiel. Muchas gracias por tus palabras. Entiendo el punto, en tus relatos los cadáveres se reciclan «Nada se pierde, todo se transforma». Para la próxima pondré un cocodrilo que se zampe el cuerpo, así al menos contribuye a la cadena alimenticia y cumple un propósito noble como alimentar a estos simpáticos reptiles.
      Saludos y espero seguir leyéndote a ti también por unos cuantos años más 🙂

      Le gusta a 1 persona

      1. Los cocodrilos cumplen una importante labor social. En mi opinión, son el cementerio del futuro.
        Gracias por tus buenos deseos, pero en algún momento tendré que regresar a mi planeta natal. Dejaré que mi hermano gemelo ocupe mi lugar.
        Sonrisas.

        Le gusta a 1 persona

  2. ¡Feliz cumpleblog Coremi! Que siete años se dice pronto.

    No se puede confiar en producción, siempre cargan de trabajo extra a los empleados, son unos irresponsables.

    Me encanto el relato, fue una locura, un grupo secreto que se dedica a coleccionar juguetes a espaldas de un gobierno que esta contra la diversión, una traidora tan «inteligente» que cuenta sus planes antes de realizarlos y ni siquiera sabe combinar la ropa XD con un final a la altura por su puesto. Creo que este ha sido tu relato con humor más directo y constante.

    Gracias por este regalo, espero verte en este espacio muchos años más 🙂 ¡Saludos!

    Le gusta a 2 personas

    1. Hola, Noctua. Muchas gracias 🙂 Jajaja, sí los de producción se toman muy en serio lo de holgazanear en verano.
      Gracias por darme tu opinión sobre el cuento, disfruté dándole vida a la villana e ideando su muerte muajaja.
      Lo mismo digo, espero nos sigamos viendo por aquí por mucho tiempo. Saludos de vuelta 🙂

      Le gusta a 1 persona

  3. ¡Feliz aniversario bloguero, Coremi! Genial el cuento. Me has recordado el Museo del Juguete en Calafate, de hecho me he imaginado el lugar de encuentro de este peculiar club como una sala más del museo. Es una gran idea lo de prohibir los juguetes, lo dice todo sobre ese mundo hostil en el que viven los protagonistas del cuento. Me encanta lo que dices de volar con alas falsas para no caer en la desesperanza. Saludos 🙂

    Le gusta a 2 personas

    1. Hola, Juan. ¡Muchas gracias! El museo del juguete es una joyita de Santa Cruz y me alegra que lo hayas podido visitar. Me gustó la sección de los muñecos sentados en los pupitres era algo misteriosa, parecía que iban a cobrar vida de un momento a otro.
      Esa frase es una de mis favoritas del cuento, me alegra que como escritor también te guste. Saludos 🙂

      Le gusta a 1 persona

  4. Saltos en el viento: ¡Felices siete años, que sigas cumpliendo muchos años más! 🥳🥳

    Hola, Coremi. Autora de Saltos en el viento: Felicitaciones. Gracias por compartir historias interesantes y únicas. Ese club clandestino tan peculiar y extravagante, pero a la vez íntimo y sutil, además esa pequeña langosta, ese juguete tan inofensivo, tan…conveniente.

    Le gusta a 1 persona

      1. En realidad no nos hace falta ningún sorteo para seguir pasándonos por aquí, pero hay que luchar por nuestros derechos, aunque sea nuestro derecho al sorteo. De hecho, si no hay ningún sorteo, tendremos la excusa de entrar periódicamente a exigir un sorteo que nunca llega… ¡las visitas nunca cesarán!

        Era tu plan desde el principio, ¿verdad?

        Le gusta a 1 persona

  5. Hola Coremi.

    Aunque un poco tarde, ¡¡Feliz Cumpleblog!!

    Me ha encantado tu aventura en un mundo donde el juego es penalizado y se persigue a los coleccionistas de juguetes. ¡A quién se le ocurre! Muy divertido cuento. ¡A por más!

    Saludos de

    Marlen

    Le gusta a 1 persona

Deja un comentario