Suspiro

Pues sí, continúan mis versos libres o poemas (ya que cuento con la bendición de algunos lectores para llamarlos así: ¡el pueblo ha hablado!)

El mundo está torcido en los bordes,

el suspiro del gigante acabó con su color.

La última pieza del rompecabezas

la custodia la locura.

¡Canta, oh dulce noche!

¡Dime los secretos del inframundo!

¡Revela las penas de los inmortales

y de los mortales!

¿Hades aún suspira por Perséfone?

¿El alma del Minotauro aún custodia

el laberinto?

¿El escritor sonámbulo

aún escribe bajo tu manto?

SV todavía está activo (más o menos)

Ahhh ¿es que este polvoriento blog todavía funciona? Y yo que pensaba que ya me habían echado del barrio.

  Pues como parece que puedo seguir por aquí me decantaré por dejar eso que denomino «poemas» (yo sé que los verdaderos poetas se están retorciendo en sus tumbas MUAJAJA) Pero antes dar gracias a quienes todavía me leen y dejan comentarios, mi más sincero agradecimiento. Pues sí, las entradas van a seguir siendo muy esporádicas (para qué mentir) Espero recuperar un poco en vacaciones. Bien mucho blabla que a nadie importa (salvo a mí que siento la necesidad imperiosa de justificarme) 3, 2, 1…

 

INVIERNO

Búhos de la noche

susurran secretos

entre los árboles dormidos.

Voces distorsionadas,

espejismos en el desierto lunar.

El planeta dormido

en la estación invernal.

Los habitantes en sus hogares

cuentan historias de antaño

mientras la nieve turquesa

cae suavemente fuera.

 

CAMINANTE NOCTURNO

Bocetos de una vida,

camina entre los límites

de una realidad desdibujada.

Siente la humedad del suelo,

las gotas de rocío entre la hierba.

El cielo dibuja fragmentos de canciones

compuestas en la medianoche.

Ve pasar a las brujas,

y danzar a los demonios.

Fija sus grandes ojos en la luna llena,

sube a un árbol a contemplar las estrellas

 esta noche tocan una pieza de jazz.

Gato callejero,

guardián de los secretos nocturnos.

 

 

 

 

 

 

En la madrugada

Noches de insomnio,

catorce moscas en

la habitación.

 

Piensa en lo que pasará,

pero el futuro

es difícil de adivinar.

 

Se perderá otra vez

en el laberinto,

dudará de sí mismo.

 

Los recuerdos en blanco y

negro se diluyen

en su memoria.

 

Se levanta de la cama,

atraviesa las calles

de la ciudad.

 

Llega hasta el andén,

el último tren se aproxima

y sube.

 

En la madrugada

un viaje y un

destino incierto.

 

Sonríe y se queda dormido,

unas pocas estrellas

le dicen adiós.

 

 

 

 

Anónimos

¿Quiénes están viviendo nuestros sueños rotos?

¿Quiénes recuerdan a los que yacen bajo esas lápidas sin nombre?

¿Quiénes alumbran con sus linternas el camino de los que se pierden en la noche oscura?

¿Quiénes lloran en silencio cuando una estrella se apaga para siempre?

¿Quiénes escriben cartas sin remitente?

¿Quiénes regalan sonrisas incluso a los que no las merecen?

¿Quiénes son, fueron y serán esos quiénes?

 

 

Musa

Se viste de azul, hace suya la noche de los insomnes. Baja las escaleras de la Vía Láctea,  toma algunas estrellas y adorna su cabello enmarañado.

Él se quedó dormido sobre la máquina de escribir, los músicos de al lado se preparan para ir a tocar al bar. En el edificio de enfrente una mujer está sentada en el alféizar de la  ventana, reconoce la canción que llega a sus oídos.

Comienza a cantar suavemente, en sus ojos anida la melancolía. Sonríe al acompañarse a sí misma en la radio, y amparada en la música ya no se siente sola. La Bruja Cósmica, la salvaje musa de los colores.

 

 

Luz y flor

Una flor de luz cayó en tus manos,

¿qué secretos revela? ¿qué historias cuenta?

 

Una flor de luz se desprendió del árbol,

¿a dónde viaja? ¿a dónde aterriza?

 

Una flor de luz nace en tu sonrisa,

¿qué corazones alegra? ¿a quiénes reconforta?

 

Una flor de luz danza con el viento,

en un melodía lenta y etérea.

 

Una flor de luz te fue regalada

¿qué piensas de ella?

Por la ventana

El enigmático cuento de hadas que leí,

me ha fascinado.

Corrí a buscarte. Pero ahora estás triste,

no te lo puedo contar.

 

El gato sombra vuelve a merodear por la cocina,

también se preocupa por ti.

La caja de música regala una melodía melancólica,

una libélula se ha posado en ella.

 

Tus ojos se pierden en lejanos recuerdos,

y el dolor que sientes hace que se forme

un nudo en mi garganta.

 

Me acerco despacio, sin hacer ruido

y me siento a tu lado. Mirando por la ventana

veremos paisajes distintos.

 

Mis manos son pequeñas, las tuyas son grandes.

Mi piel es tersa, tu tez es rugosa. Sé que la extrañas,

porque yo también.

 

Del otro lado, fuera de la casa, un forastero pasa.

Se para un momento a tomar aliento, de su boca

sale vaho serpenteante.

 

Mira hacia nosotros, ¿ve lo que refleja el cristal?

Una figura pequeña y una algo encorvada.

Dos personas unidas por el cariño,

y el mismo recuerdo.

 

Casa sin puerta

Situada en la colina entran el polvo,

el viento, las arañas y los rayos del sol.

La lluvia, el frío y el calor,

los sueños de los vagabundos,

las divagaciones del soñador.

No distingue entre sexo y color,

pasan también la alegría

y la preocupación.

 

Está abierta a quien necesite

un lugar para imaginar,

pensar y crear.

Para el dolor y el perdón.

Se tiene en pie con la gratitud

de quienes en ella se han refugiado

y lo único que pide a cambio es

que nunca la aíslen de la vida,

poniéndole una barrera

eso que suelen llamar puerta.

 

 

Eternidad

Avanza a paso lento pero seguro, siente bajo sus pies la vida palpitante de la tierra.

Respira el aire frío de la mañana, el viento revuelve sus cabellos blancos.

Frágil y silenciosa, la anciana mantiene la vista al frente.

En su ojo izquierdo anida un ave que asoma su cabeza y vuelve a ocultarse en su nido.

Al llegar a su destino el pájaro sale de la cuenca y canta una canción, ella esboza una sonrisa.

Los niños que juegan en el camino polvoriento se le acercan y preguntan ¿quién eres?

Ella responde: la que trae el sueño eterno.