La mariposa de fuego voló hacia el cielo.
La anciana que vive en el quinto vagón del tren abandonado la vio desde su puerta y le dijo adiós con la mano.
Los niños que juegan a orillas del río la vieron pasar de un tono ceniza a un rojo vivo.
La joven sentada en el banco de la plaza la vio pasar frente a sus ojos y desprender chispas.
La mujer que no había vuelto a sacar las manos de los bolsillos vio como describía círculos y se aproximaba cada vez más al sol.
Los poetas reunidos bajo el puente comenzaron a componer versos.